AfterPunk: Ojalá pudiera teletransportarme

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Son muchos los que querrán presentarse sobre el escenario y aullar sus palabras y estertores para ser aplaudidos o lapidados. Probablemente exagero. No creo que sean muchos, serán pocos. Solo alguien que no esté cuerdo desea exponerse a hacer el ridículo. Y en un recital eso es lo que sucede: se hace el ridículo. El lector en voz alta supone que ha compuesto las estructuras verbales más potentes y que las descerrajará hasta reventar el sentido del oído del público. Además supone —el lector en voz alta— que emulará a Hamelin, y que el grueso de los asistentes caerán encantados bajo su canto y lo seguirán hasta desbarrancarse del mundo. Falso. Cuando un individuo lee en voz alta, micrófono de por medio, es ignorado. Ningún receptor, o escucha, lo atiende. Se asiste a un recital como se asiste a un evento social, por el simple hecho de hacer presencia y que todos sepan que seguimos vivos, por asegurarse que nadie más ocupe nuestro lugar. El lector en voz alta lee, si acaso, para sí mismo, si acaso.

En el mejor de los casos, un recital tiene por público a otros lectores en voz alta. ¿Por qué digo lectores en voz alta y no poetas? Porque no tengo claro qué es un poeta. Es más sencillo describir un lector en voz alta si se atiende a su significado literal: un lector en voz alta es alguien que lee en voz alta un texto, propio o ajeno, eso no importa. Aunque supongo que habrá lectores en voz alta que no utilicen ningún soporte escritural durante su presentación, que tengan memorizados textos, pero eso es otra cosa. Creo que cuando alguien memoriza un texto, puede entonces utilizar otros recursos, —escénicos, musicales—, y montar una pieza. Esa es la idea del Spoken Word, construir piezas emergidas desde un texto que fue escrito y que funciona como guion.

¿A qué viene toda esta perorata? Hace mucho tiempo yo solía vivir de recital en recital, de micrófono en micrófono, de escenario en escenario, hasta que me harté de escucharme y cuestioné el quehacer del lector en voz alta. Un lector en voz alta necesita un texto y hablar, nada más. Se puede apoyar con un micrófono si es necesario. Ser lector en voz alta es una de las prácticas más sencillas que existen. A lo mejor se necesita de la cualidad de la vanidad y el descaro, a lo mejor.

Hace mucho tiempo que no me paro en un recital, como tal. Un Slam Poetry difiere de un recital tradicional, así que no cuenta la última y penúltima vez que participé en un Slam. Cuando suponía yo mi regreso a los recitales, me doy cuenta que es físicamente imposible. Digo físicamente porque así como dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo, un objeto no puede estar en dos lugares simultáneamente. Y yo estoy demasiado lejos de Zacatecas, y a menos que haya una vía virtual para leer en voz alta, no podré subirme al escenario. Pero no por eso voy a perder la oportunidad de invitarlos a asistir, si es que se encuentran en o cerca de la ciudad de cantera, de ese lugar que parece museo. Cáiganle, porque se va a poner bueno.     

Si, esto es una invitación, para mañana, de 17 a 20 horas, en el Callejón del Moral. 

Y bueno, cómper, tú tan en el siglo XVI, y yo tan corazón de cumbia, beibe. (Me voy ir a bailar con Los Rumberitos.)

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